Cada persona llega a tu vida para algo, hay un motivo para que se cruce en tu camino justo en ese momento. A veces tal como llegan se van y nos queda el vacío, la pena incluso a veces la rabia y generalmente el ¿por qué? no siempre hay respuesta pero a veces con la distancia conseguimos ver el fruto de aquellos momentos y podemos sonreír por lo que hubo, por lo que aquello nos dejó, porque esa herida también ha contribuido a hacer de nosotros lo que somos...
Amistad, amor ... diferentes tipos de relaciones de ese vaivén. Pero en el presente no vemos más allá y no pensamos en ese futuro incierto. Bien y mal. Bien por vivir hoy sin dedicarse a pensar en lo que vendrá, mal porque a veces ser conscientes de que quizá eso mañana puede faltar nos ayudaría a valorarlo y disfrutarlo aún más.
Quizá eso fue lo que pasó, que lo hizo al revés ... no disfrutó de lo que tenía y pensó demasiado en lo estaba por venir. No vale la pena buscar culpables, nada volverá a ser lo que fue. Sólo queda aprender la lección y no cometer los errores que pudieron haber, aunque nunca hubiera dicho que querer demasiado era un error....
Un día, de pronto, el castillo se derrumba. Estaba ahí feliz, protegida, ajena a tantas cosas de fuera de esos muros y sin aviso se queda desnuda ante todo. Las paredes caen porque esos brazos que abrazaban ya no volverán a hacerlo, ya no quieren hacerlo. Atónita, vacía, triste y defraudada... el cuento acabó y no con el "y vivieron felices para siempre". Este no estaba escrito por nadie y le sirvió para aprender que los príncipes azules solo estaban en la fantasía de Disney.
Una preciosa canción de cuando todo acaba...
No hay comentarios:
Publicar un comentario