miércoles, 20 de julio de 2016

Corazón partido

Se dice que cuando tienes varios hijos compartes tu corazón, pero no estoy de acuerdo. Compartes tu amor, compartes una vida, compartes unas enseñanzas, compartes momentos y experiencias pero el corazón no se comparte...el corazón se parte y te duele cada una de tus mitades.
Porque junto a la increíble magia que supone ver a tus hijos juntos está en el otro lado de la balanza vamos a decir la pena de lo que pierdes o mejor dicho lo que sacrificas de cada uno de ellos por separado. Es muy duro emocionalmente porque sin querer elegir ni poner a uno por encima del otro pasas el día haciéndolo y la sensación no es agradable. El mayor el principe destronado, el pequeño el superviviente que va a remolque.
Quizá es por la edad de ella, complicada. Los separa un abismo de necesidades, de preferencias y conocimientos, quizá un par de años antes o quizá con uno solo hubiera sido diferente pero en estos momentos hablamos de idiomas muy muy distintos...

En una mitad tú, mi princesa, mi tesoro, mi cómplice, mi motivo para haber luchado todo y más, mi motivación para tantos cambios y tanta improvisación en mi vida planificada al milímetro...
En la otra tú, mi pequeño duende, el príncipe de mis sueños, la prueba que he tenido que superar, mi reto, la sonrisa que me hace babear, ese abrazo que tanto cuesta...

Juntos sonríen, se buscan, se miran, cómplices de travesuras y risas, se calman y se alteran mutuamente, se quieren con inocencia, con dulcura,...
Pero son independientes, dos individuos con sus vidas y sus necesidades, dos personitas que necesitan su espacio y su atención y a veces es complicado...

Me duele mirarte, princesa, y ver lo mayor que te has hecho en este año y lo poco que me he dado cuenta. Me duele no tener apenas minutos en mi nueva rutina para dedicar a jugar contigo. Me duele ver tus llamadas de atención sutiles y no poder responderte como necesitas. Me duele pensar en cómo has cambiado y preguntarme si es normal del proceso de crecimiento o todo esto te ha hecho cambiar. Me duele tener que dejarte a medias en muchas cosas porque él me necesita en ese momento. Me duele darme cuenta que quizá he pagado contigo más de una vez mi agotamiento, el estrés al que he estado sometida...

Me duele mirarte, duende, y pensar en el poco tiempo que tengo para hacerlo. Me duele no poder pasarme horas contigo en brazos sin hacer nada más, sintiendo que no me importa si se para el mundo como sentía con tu hermana. Me duele no dedicarte más momentos de juego porque tú no te enteras y ella también me necesita y a ella le afecta más. Me duele ver lo rápido que has crecido y lo lentamente que estoy aprendiendo yo a ser madre doble. Me duele perderme tanta magia de los primeros meses. Me duele pensar que ya dormirás luego, o puedes comer un trozo de pan mientras gano tiempo porque tú hermana necesita que la llevemos y recojamos del cole o extraescolares o cumples...que ya tiene su pequeña vida social y hay que seguir con la rutina...me duele ver como vas a remolque de ella sin derecho aún a tu propia infancia...

Me duele, princesa, sentir a veces que algo se ha roto entre nosotras porque ya no somos tú y yo para todo, ahora otro apéndice de mi cuelga entre nosotras. Me duele pensar que los minutos pasan y los días se van y lo que hemos perdido será difícil recuperar. Me duele enfadarme contigo continuamente por cosas relacionadas con tu hermano "no despiertes al tete" "no grites que duerme" "no lo cojas en brazos" "no le quites las cosas a la fuerza"...y un largo etc que creo no debería decirte para no fomentar tus celos pero a veces no puedo pararme a respirar.

Me duele, duende, sentir que me ahogas con tu necesidad de cuidados y atención y el sentimiento de culpa posterior por sentirlo. Me duele no poder disfrutar de cada avance que haces en esta época porque estoy demasiado ocupada con tanto ajetreo. Me duele no poder compartir contigo cosas que hice con ella. Me duele que tus avances no son novedad y no los vivo con la magia de la primera vez. Me duele sentir a veces que te has metido entre una magia especial que había entre tu hermana y yo y otras en cambio me apena pensar que es ella la que no nos deja crear nuestra propia magia.

Me duele no poder llegar a los dos, me duele la sensación de que uno me está quitando al otro. Pero lo que más duele es pensar que no hay excusas, que no hay suficientes motivos, que aunque todas esas cosas sean reales y objetivas aquí el adulto soy yo, el papel de madre es mío y al fin y al cabo sois solo niños que simplemente vivís, sentis y expresais. Me duele sentir que lo daba por superado pero el exámen de madre es largo y complicado y no sé si al final aprobaré la asignatura más importante de la vida.