jueves, 19 de marzo de 2015

¿Por qué decido tener otro hijo?

Este texto no sale de un principio por propia iniciativa, son "deberes" de un largo proceso de terapia personal que llevo a cabo pero he decidido compartirlo porque creo que con este también muchas madres pueden identificarse y después del post anterior creo que también es bueno recordar la cara feliz de la moneda de ser mamá. Puede considerarse la segunda parte del otro, mejor dicho, la otra parte.

Ahora que a veces dudo de si lo estoy haciendo bien no lo tengo tan claro pero cuando nació mi princesa recuerdo que pensé que yo había venido al mundo para ser madre. Toda mi vida buscando mi lugar y de pronto entendí donde estaba. Supongo que esa primera sensación tan fuerte puede más que todo y a pesar de los pesares he querido vivirlo todo de nuevo. Es una experiencia dura para todos en general y para mi en particular pero vale tanto la pena vivirla... Recuerdo que el año que nació me pasaron a mi y a mi alrededor cosas no demasiado buenas, incluso alguna mala y siempre me preguntaba con unas amigas que cuándo se iba a acabar esa racha; entonces pensaba que si la vida era una cal y otra de arena aún me quedaba mucho malo por vivir ese año para equilibrar la balanza con lo que había significado ser madre.
Es algo inexplicable de pronto tener una vida que crece dentro de ti, de la nada se crea un ser maravilloso. Son mágicas todas esas sensaciones físicas dentro, primero como un hormigueo, luego unas burbujitas que dan paso a pequeños movimientos hasta los golpes que puedes sentir e incluso verlos en tu barriga. Saber que tu cuerpo es capaz de dar cobijo y alimentar a un ser tan pequeño, ese que tantas veces puedes haber criticado e incluso odiado se ha convertido en la maquinaria más perfecta que existe, la más especial, la chistera más mágica, el lienzo más creativo...arte puro, una obra de arte, magia e ilusionismo hecho realidad... ante tal misterio de la vida me quedo sin palabras, quiero expresar y no encuentro como describirlo. 
Intento responder a por qué decido tener otro hijo y el hecho de tenerlo es de tal dimensión que no tengo mucho más que decir. Quizá la respuesta esté en el luego, después de ese proceso. Quizá el momento de ver su carita y tocar sus manitas sea el más maravilloso. O poder olerle por primera vez. Verlo dormir en tus brazos. Sus intentos de tocarte cuando te acercas. Sus sonrisas de bebé y esas risas de más mayor, tan inocentes, tan felices... Quizá sea porque era el sueño de mi hija, ser una hermana mayor y quería darle la oportunidad de disfrutar de esa otra experiencia increíble que es tener un hermano. Quizá egoístamente lo decido para sentirme necesaria, querida sin condiciones, ser la persona más importante en la vida de alguien. Porque con los hijos realmente sabes lo que es sentirte querida, tan pequeños son tan sinceros y tan nobles... te dan tanto amor sin pedir nada, tantas muestras de cariño. Cada mirada, cada caricia, cada vez que dicen un "te quiero", cada sonrisa al verte aparecer, cada abrazo cuando más lo necesitas. Gestos que consiguen que olvides el resto del mundo porque ya tu mundo sólo es él. La conocida frase de enamorados "Te quiero no por quien eres sino por quien soy estando contigo" adquiere en este caso una nueva dimensión y podría ser perfectamente aplicable a lo que significa ser mamá... quizá por eso también decido volver a serlo.
Ha sido un duro camino que ahora llega a su fin y con la alegría de lo que viene aparece la pena de lo que se va. Ahora en los últimos días siento que no quiero perder estas sensaciones que probablemente nunca más vuelva a sentir, quiero saborear más que nunca cada instante que me queda embarazada. Quisiera no olvidar nunca ninguna de las sensaciones igual que me pasará luego cuando el tiempo vuele y mi bebé ya no lo sea tanto... El único fallo que le encuentro a todo esto es el poco tiempo que tenemos para disfrutar cada una de las sensaciones que se viven. Siempre digo que el primer año de vida debería durar por lo menos dos. Todo el doble de lento, para que todo sea el doble de consciente y el doble de placentero. Algo tan especial no puede irse tan rápido... aunque luego llegan otras experiencias y tu pequeñ@, ya convertido en personita, sigue haciendo que te sientas la persona más afortunada de la tierra. Cada vez que le ayudas o le cuidas cuando está enfermit@, cada vez que compartes un ratito de juegos o manualidades a su lado, cuando tienes que reorganizar tu día entero por estar con él, cuando corre a tu lado nada más verte llegar al cole, cuando tus prioridades pasan a un segundo o tercer o cuarto plano, cuando ves su expresión la mañana de Reyes, cada vez que tienes que sacrificar algo por ellos o hacer un esfuerzo extra, cuando haces algo tan simple como ver unos dibujos a su lado, cuando le felicitas por lo bien que lo hace, cuando le pides que te de un abrazo,... con cada cosa que haces, solo por su bien directa o indirectamente e incluso a pesar de tu propia libertad, obtienes la mayor de las recompensas: ver la felicidad y el amor en la cara de un niño. Ese es el mejor "gracias" que puede existir. Y tú entonces con tu sonrisa autómatica e involuntaria ante la situación le contestas sin palabras "gracias a ti por todo lo que me das con tan poco".
Ahora en la cuenta atrás solo pienso en ese instante de verlos a los dos juntos, en ese momento en que reviva tanta magia y en el momento de ver a mi niña tan mayor... ha crecido mucho pero me sigue sorprendiendo cada día y sé que en esta nueva experiencia también lo hará. No sé cuánto llegaré a querer a mi hijo, supongo que tanto como a mi princesa, pero si tenía en algún momento la duda de si el nuevo bebé iba a desplazarla de mi corazón puedo decir ya, y todavía no ha nacido, que aún la quiero más si cabe. Desde el momento que supe que estaba embarazada mi lazo con ella aún se estrechó más y verla tan feliz e implicada me emociona cada día. Estas sensaciones nuevas no las conocía, no sabía que llegarían pero ahora puedo decir que lo que supone haber decidido volver a ser mamá es algo tan grande que, como sentí al nacer ella, creo que he venido a eso...


viernes, 13 de marzo de 2015

Aquello que nunca te contaron y tú tampoco te atreves a decir en voz alta

A punto de tener mi segundo hijo, recordando y reviviendo tantas emociones decido escribir este post quizá también para autoconvencerme de que no pasa nada por sentirme como puedo llegar a hacerlo y a su vez atreverme a decir en voz alta que esta vez no voy a avergonzarme por todo el cúmulo de emociones que pueden llegar, que van a llegar seguro. Las buenas, las bonitas, esas de las que todo el mundo habla y las no tan buenas ni tan maravillosas, esas que nunca te han contado...
Hace pocos días una conocida que acaba de ser mamá lloraba sin querer al explicarme como se sentía y removió en mi tantos recuerdos y emociones que también han ayudado a querer escribir todo esto. Verla sincerarse así me hizo darme cuenta de que mi experiencia no es solo mía y como sospechaba muchas mamis lo sienten y lo padecen a escondidas poniendo buena cara por delante.
Montones de libros, artículos en periódicos o blogs, revistas espacializadas, un sinfín de material a nuestro alcance sobre cómo hacer las cosas. Y por supuesto sin olvidar a la madre, la suegra, la tía que todo lo sabe, la vecina de enfrente, la hermana de la frutera que es psicóloga o la prima de la panadera que es educadora, esa amiga que ya tiene sus hijos adolescentes... todas esas mujeres que ya han olvidado aquellos momentos y sensaciones vividas o no lo han hecho pero tienen que aparentar llevar con dignidad la etiqueta de madre perfecta hipermegafeliz y por supuesto no pueden reconocer que no era tan fácil ni bonito como lo pintan. Personas que a veces te dan consejos, rectifico: personas que te imponen sus consejos por haber sido madre antes que tú y yo me pregunto ¿han tenido un equipo entero de fútbol de hijos para ser unas expertas? porque a ser madre se aprende rápido, nisiquiera rápido, es innato y teniendo un solo hijo ya eres tan madre como la que tiene esa gran cantidad de dos y se cree con derecho a juzgar todos y cada uno de tus movimientos. Hay quien dice que los bebés vienen sin manual de instrucciones y no estoy de acuerdo. Si buscas y te informas un poco enseguida te sacas el Máster de Mamá. Cómo cambiar pañales, que hacer con los cólicos, cómo dormir al bebé, recetas de primeras papillas, monográficos de biberones y chupetes, las mejores cremas para hidratar y para las rojeces del pañal, ... puedes aprender de todo lo que quieras, hay información y consejos de absolutamente todo. Al tercer día todo lo básico lo tienes dominado y cada nueva cosa que llega enseguida la dominas. Hacer de madre es fácil, todo está escrito, todo se repite en cada bebé que nace y el sentido común de cada una de nosotras hará que lo hagamos lo mejor posible. Este mismo sentido común es el que yo creo debemos poner en práctica para la educación de nuestros pequeños. A parte de las cosas básicas y universales luego están las diferentes teorías y posturas que parecen la guerra entre mamás. Que si los bebés no deben cogerse porque se acostumbran, que si los bebés necesitan el contacto materno sobretodo para desarrollar su autoestima y propia identidad; que si no deben pedirlo todo llorando (que yo sin querer posicionarme con ninguna teoría esto es algo que me hace mucha gracia y me pregunto cómo un bebé de pocos meses lo puede pedir sino es así), que si llorar es su instinto de supervivencia; que si es malo dormir con ellos porque crea dependencia o que si la seguridad de los padres los primeros meses es fundamental para su desarrollo; que si prolongar la lactancia materna es casi una aberración o que si darles bibe es no crear lazos con el bebé; que si se les debe enseñar a dormir o que si dormir no se aprende hasta que no están preparados para hacerlo solos por mucho que quieras enseñarles; que si mimarles mucho o que si ponerles normas y límites ... en fin teorías opuestas que te pueden volver loca. Si tienes muy clara una postura supongo que lo ves bastante fácil pero yo por ejemplo ya he dicho que no me posiciono porque hay cosas de cada postura que entiendo, me gusta y comparto y otras también de cada una de ellas que me parecen absurdas o descabelladas. Así que opté por un popurri siempre, como comentaba, guiada por el sentido común. Todas las madres seguro que alguna vez se equivocan, a veces en cosas sin importancia, otras en cosas más importantes que luego ven con el tiempo pero eso no lo sabremos ahora. Una madre quiere a su hijo y haga lo que haga lo hace con la mejor intención y todo el amor del mundo y solo por eso ya merece un respeto y ninguna crítica. Me molesta ver como se juzga a quien lo hace diferente a ti. Hay quien piensa que su manera es la correcta sin admitir que hay muchas otras formas de hacer y que ella no es mejor madre que la otra ni quiere más a sus hijos. Me molesta aún más cuando viene de gente que ya ha olvidado lo difícil que es educar a un niño o de gente que ni siquiera sabe lo que es tener un hijo por mucha teoría o revistas que haya leído o nisiquiera eso, como opinar es gratis... Me molesta quien va dando consejos por el mundo cuando no los has pedido. Todas las mamás necesitan espacio, tiempo y respeto.
Al final me he enrollado un poco y me he ido del tema pero en el fondo también es importante y va con lo que iba a decir porque esa sensación de estar perdida entre tanta teoría y sentirte criticada decidas lo que decidas es, entre otras cosas, algo de eso que no te habían contado. 
Se habla de lo maravilloso de la experiencia, de todo lo que compensa, de todo lo que te aporta, de la magia de la naturaleza, de que es lo más bonito del mundo y no es comparable con nada, de la felicidad de ser mamá etc etc... mensajes subliminales que le dicen a tu mente que no es correcto sentir algo diferente a todo eso. Estando completamente de acuerdo con todas estas afirmaciones tan positivas también creo que hay otros sentimientos, sensaciones, experiencias y dudas que son lógicas y normales y son tabú comentar. No hace falta irse al extremo de la depresión post-parto, que también creo que existe y respeto porque puede ser algo perfectamente real y no juzgo a cada persona y sus circunstancias (al contrario de muchas otras madres que critican que una mujer pueda deprimirse tras serlo), hablo de esos momentos en qué te sientes agotada, perdida, esclava de otra personita, sientes que no eres tú y que tu vida ha cambiado por completo para siempre y has perdido esa libertad que tenías. Hablo de lo agotador y duro que es, aunque no lo parezca, pasar el día entero sin haber podido casi ir al w.c. ni asearte, sin darte una ducha y por supuesto olvídate de cremas, maquillajes y arreglarte a diario. Hablo de cuando el pijama o el chandal se convierten en tu aliado y te miras al espejo con esas ojeras, y esa tripa que no desaparece tan rápido como pensabas. Hablo de sentirte cansada y no poder dejar de llorar por cosas que son tonterías. Hablo de preguntarte si serás una buena madre por pensar en algún momento que a ver si se duerme de una vez y puedes respirar un rato, por echar de menos un tiempo para ti. Hablo de cuando crees firmemente lo mala madre que eres al reprimir las ganas de dar un grito o estampar (perdón por la expresión, quería exagerar y no he encontrado otra palabra) a esa cosa que no para de llorar desconsoladamente. Hablo del dolor de pechos mientras mama y el dolor de tu corazón por la duda de no saber si lo estás alimentando bien. Hablo por reprocharte que a lo mejor el primer día de tenerlo en tus brazos aún no tienes esa sensación de quererlo más que a nada y dar la vida por él que tanto te han hecho creer. Hablo de sentirte observada y juzgada por la gente de tu alrededor a cada cosa que haces o decides para tu bebé. Hablo de no poder tener tu casa tan limpia y ordenada como antes y sentirte mal por lo que tú crees es falta de higiene teniendo un bebé en casa y además de cara a unas visitas que vienen a no perderse detalle de como está todo a tu alrededor. Hablo de estar convencida de lo mala madre que eres al sentir y pensar todas esas cosas que nadie siente ni piensa. Hablo de sentirte decepcionada contigo misma por no ser capaz de ver solamente todo lo maravilloso de la experiencia ni parecer tan inmensamente feliz como parecen otras. Hablo de creer en alguna ocasión que esto te supera y no estabas preparada. Hablo de la sensación de distancia con tu pareja y no sentirte deseada, hablo de tu autoestima por el suelo y tus fuerzas con ella. Hablo de no sentirte comprendida porque se supone que estás viviendo la más maravillosa de las experiencias... hablo de muchas cosas que son la otra cara de la moneda, esas que no se explican y por ello sufres en silencio. En esos momentos yo únicamente me sentí 100% comprendida por unas personas que caminaban conmigo por el mismo camino. Todo esta nueva aventura en que nos habíamos embarcado nos unió un día y gracias a ellas pude compartir todas estas cosas que otras muchas mamás tienen que pasar ellas solas. Con el tiempo todo lo malo, mejor dicho lo menos bueno, se olvida así que no te sirve el consuelo de nadie más que quien está viviendo exactamente lo mismo que tú en ese mismo momento. Gracias a aquellas tardes de charla, aquellos momentos de desahogo, aquellos mails interminables de grupo para contar cualquier cosa que necesitábamos sacar, gracias a todo eso pude hacer más llevadero el significado al 100% de ser madre y pude entender que aunque no me lo había contado nadie es algo que existe y yo no era la peor madre del mundo.
Por supuesto que todo esto no es mi resumen de ser madre. Por supuesto tiene muchísimas otras cosas más que hacen que valga la pena, por supuesto estoy de acuerdo en lo maravillosa de la experiencia y la magia de la vida, por supuesto comparto que es lo más bonito que puede pasarle a una mujer... por supuesto es algo tan especial e indescriptible que he querido repetir, por supuesto ahora quiero a mi hija más que a nada en este mundo y daría mi vida por ella... pero sé que hay otra parte que también existe y debemos enfrentar. Sé que compensa ver su sonrisa al mirarte, sentir su cuerpecito al abrazarlos, oir su primer "mamá", compensa su olor y suavidad de su piel, sé que todo lo que esperaba e imaginaba es verdad y superado con creces pero también sé que no me contaron cosas que muchas sienten, que no se atreven a pensar ni reconocer y entre nosotras alimentamos esta atmósfera de superwoman perfecta y feliz y nos olvidamos que tener miedo, llorar, flaquear a veces, estar cansadas y pedir ayuda no es ser menos mujer ni mucho menos peor madre.