lunes, 9 de septiembre de 2013

Esa cosa llamada amor....

Hoy hablaba con una amiga sobre las relaciones y mientras le contestaba a ella he ido analizando sin querer precisamente esa cosa llamada amor como decía una película que me encantaba en mi adolescencia...
¡Qué difícil es definirlo, qué complicado intentar entender como funcionan las relaciones, cómo cuesta dar ese primer paso, qué miedo da lanzarse y equivocarse!
No valen los ejemplos, no valen los consejos. Cada persona es un mundo y por tanto cada relación también. Una misma persona en cada relación puede verlo o sentirlo diferente, influyen tantas cosas... la edad, el entorno, el momento vital, los carácteres, los desengaños previos, las responsabilidades, las experiencias vividas... Incluso en las segundas partes. A veces las dos mismas personas juntas pero en momentos diferentes, han cambiado cosas por el camino como madurez, nuevas metas y sueños, otros miedos... mismos factores pero diferentes variables cambian el resultado. Ese pequeño "kit-kat" ya ha cambiado la historia. Por eso es tan complicado analizarlo. Creo que nadie externo debe influir en la decisión precisamente por eso, cada uno lo verá desde su prisma que, como he comentado, depende de múltiples factores. Tu madre te dirá una cosa, la versión de tu mejor amiga posiblemente sea muy diferente, los compis del trabajo te vuelven a dar la vuelta, si hablas con tu hermana te hace dudar de nuevo... en fin, que la balanza debe llenarla la propia persona con todos los contrapesos que tenga a su alcance para ver al final hacia donde se inclina.
Algo muy habitual es la duda no solo de si nos estaremos equivocando nosotros sinó también si la otra persona siente suficiente o es que somos su única opción. Ufff!! complicado ¿verdad? ¿cómo saberlo? caminante no hay camino, se hace camino al andar... pues eso. Imposible saberlo, aunque preguntemos, y no porque vayan a engañarnos con la respuesta, es que a veces ni nosotros mismos la sabemos y nos queremos creer lo que en ese momento más nos conviene. Podríamos decir que la mayoría nos aferramos a la única opción de ese momento ¿no? la mayoría no tenemos los 365 días del año una fila de seguidores enamorados entre los que escoger, y los flechazos por ambas partes son un porcentaje mínimo en las relaciones. Es decir, aparece alguien en un momento dado y por afinidad o necesidad o simpatía o atracción física se empieza una relación que puede ser de amistad, afinidad, sexual o incluso de amor-odio que acaba en una feliz pareja; el roce hace el cariño, cada vez lo tengo más claro y el amor no sale de pronto de nada y ahí se queda para siempre. Alguien aparece y destaca por encima del resto, se comparten unas cosas y se disfruta de otras juntos, es el camino para que llegue el amor. ¿Por qué dudar de nuestra valía? ¿Por qué hemos de pensar que somos la única opción? Valemos lo suficiente como para que alguien se enamore, o por lo menos de momento disfrute de nuestra compañía. Y sí, en ese momento somos esa opción pero también podría dejarla pasar o que luego no funcione, o que se convierta en la historia de amor más bonita jamás contada... ya se verá. Pero eso de "no tiene otra cosa" "la única opción" no tiene mucho sentido y menos a según que edades. Si alguien con 50 años (sin faltar el respecto a nadie!!) se aferra a quien tiene cerca por no estar solo, ni quedarse para vestir santos... pues se puede entender pero a según que edades no se debe pensar. Nadie obliga a la otra persona a estar con nadie. Hoy en día entre redes sociales, garitos a patadas y demás tienes los amigos que quieras para salir de fiesta o compartir aficiones y para el sexo dificultad cero en estos tiempos así que ¿por qué no querernos un poquito más y pensar que alguien escoge libremente dedicar su tiempo a nosotros?

No hay reglas, solo ser sincero siempre. Primero y sobretodo con uno mismo, después con esa persona que te hace sonreir...

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