jueves, 20 de febrero de 2014

Volando

Y volé... desperté en mi cama y miré al horizonte dejando volar mi imaginación. Llegué de nuevo a aquel lugar en donde un día la luna nos bañaba y me hacías sonreir, en donde las cosquillas de mi estómago eran más fuertes que las mariposas de las que solemos hablar. 

Y volé de nuevo... miro a mi alrededor y veo tus ojos que me observan, me siento pequeña e insignificante ante su poder pero a la vez tan grande e importante que no sé describir ese sentimiento. 

Vuelvo a volar... y me poso en aquella playa y allí, tumbada bajo el sol con la brisa acariciando mi cuerpo y las olas jugueteando a mojarme los pies, sueño con ser libre y me dejo llevar y llevar... 

Y sigo volando... otro paisaje diferente; un espeso y frondoso bosque se abre ante mis ojos y corro a través de él buscando una salida pero sin miedo, sin agobio. Busco la luz pero disfruto de la carrera. Las hojas del camino se rompen bajo mis pisadas y ese sonido me gusta y me hace sonreir. Llego a un claro y vuelvo a volar... 

El viento susurra en mi oido y despeina mi pelo y, mientras, respiro hondo ante tanta inmensidad que quisiera coger de un abrazo. No puedo abarcarlo así que decido sobrevolarlo. 

Y vuelo hacia no sé donde pero veo su carita a lo lejos y recuerdo cada caricia secreta, cada momento único, cada sensación irrepetible de aquellos primeros días, cada gesto de complicidad y cada necesidad mútua de mirarnos y sentirnos. Horas y horas compartidas, solas nosotras y el mundo fuera sin importarnos, la vida ahí dentro entre tú y yo, esa magia... y no quiero seguir volando, quiero quedarme para siempre en ese momento, en esos días...


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