lunes, 22 de mayo de 2017

Marchando hacia las marchosas

Un día tras mucho meditar y valorar tomas una decisión que sabes hará cambiar tu vida completamente. Ese día das el paso de salir de tu zona de confort en busca de algo mejor pero a sabiendas que encontrarás muchos obstáculos en el camino. No será nada fácil incluso no sabes si podrás adaptarte pero aún así, sorprendiéndote a ti misma, tomas la decisión. Una loca decisión principalmente para mejorar impulsada por la necesidad de cambiar, sin saber el qué ni por qué pero necesitas dar un giro todo.
Ese día empieza la loca aventura de recorrer las calles de día, de noche, cada momento que podías escaparte para buscar el que será tu nuevo hogar. Ilusión y miedo, dudas, paseando por cada calle sin saber si te llevarán ahí tus pasos. Intentando, como siempre, controlarlo todo y tejiendo en tu cabeza un mapa de logística y estrategia que, aún no lo sabes, pero de nada te servirá. Y es que las locuras no tienen plan de ruta, esa es la magia que tienen, y en tu cabeza hay una película montada pero en la vida real siempre aparece un personaje inesperado y la historia da un giro. A veces pienso que la vida, el karma, Dios, la naturaleza, energía o lo que sea que haya, si es que hay algo, me está poniendo a prueba y este es un plan de choque porque para alguien que necesita tener controlado absolutamente cada segundo de su existencia esta vida que lleva es completamente lo contrario. Y sigue siendo mi tarea pendiente: dejarme llevar, vivir improvisando y tener paciencia...
Pero en medio de este caos, quizá para que no recorra sola el camino, esta misma fuerza que me pone a prueba me ha traído unas personitas que me enseñan a vivir esas pequeñas locuras que nunca me he permitido. A mis treinta y tantos volver a sentirme una niña, una mujer, una persona independiente de su familia con necesidades e ilusiones propias...
Disfrazarme en repetidas ocasiones (algo que de adulto no ha sucedido muchas veces en mi vida) incluso cuando no eran fechas para ello y pasando sin esconderme por delante de personas que debían preguntarse que de dónde me había escapado. Carnavales, fiesta de la primavera y las hadas, hallowen, las viudas en el entierro de la sardina momentos que me hacen sonreír y que jamás hubiera pensado vivir porque yo no hacía esas cosas. Gracias a ellas, a esas hadas marchosas, he perdido mucho sentido del ridículo, y gracias a mi princesa que esto también se lo debo en parte a ella que me enseña cada día que hay que limitarse a disfrutar y que las cosas son más sencillas de lo que a veces las queremos ver. Además de esos momentos de dejarse llevar y perder por completo la vergüenza (bueno, un poco) hemos compartido cenas, copas, bailes, siempre acompañado de dosis extras de risas sin contar los momentos ejerciendo de mamis en el cole, en el parque, en piscina, y caminatas, barbacoa, cumpleaños sorpresa, intento de clases de zumba y fitbac...y por supuesto el momentazo locura, un sueño hecho realidad que surgió como un comentario entre unas copas de vino y aún me parece increíble que se llevara a cabo: un fin de semana en Londres. A partir de ahora Londres tiene un significado especial y unos nombres que van asociados a él. 
Hay muchos bonitos recuerdos en estos 3 años con vosotras y sé que nos quedan muchos más por vivir...8 mujeres diferentes, cada una especial a su manera, cada una me aporta algo diferente y que me hace crecer, loquitas todas y llenas de vida. El 8 es mi número de la suerte y es el número de mujeres que ha llegado para acompañarme.
Es la primera vez que lo verbalizo pero, aunque estoy muy feliz viviendo aquí, para mi ha sido muy muy duro dejar mi vida tranquila y organizada donde tenía a mis amigas, estaba bien y cómodamente comunicada con todo y sobretodo tenía a toda mi familia a la que veía todos o casi todos los días y si me hacían falta sabía que en cualquier momento estaban al lado. Ni momentos laborales para relacionarme he tenido apenas desde que vine. Vosotras me lo habéis hecho más fácil en muchos momentos de soledad que he tenido y he pasado tardes a vuestro lado. 
Aparecisteis un día que no recuerdo, llegué la última a una gran familia que ya empezaba a formarse y de repente me encuentro metida de lleno en la vida de estas 8 familias maravillosas, y ellas en la mía. No sé ni cómo ni cuándo empezó todo pero me sentí y me siento halagada y agradecida de que me considerarais importante para formar parte de ese grupo donde estaba "reservado el derecho de admisión" y todas las travesuras asociadas a ello.
Gracias por estos momentos de locura, gracias por la compañía enmedio de la soledad, gracias por acogernos!!!

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