miércoles, 31 de mayo de 2017

Donde quiera que estés

Claro que tengo montones de cosas para decir de ti pero no he sido capaz. Espero que me perdones, quizá si lo hubiera preparado hubiera podido...me hubiera gustado decir lo especial que eras pero así de pronto no me iban a salir las palabras, las lágrimas tenían más fuerza en ese momento. Lo siento, lo siento de verdad. Un pesado dolor me atravesó al ver que no iba a ser capaz de cumplir con la confianza que en mi depositaban. Sé que hubiera sido un bonito homenaje, sé que era un momento para dedicarte aunque en realidad tampoco hacía falta decir nada porque los que allí estábamos ya sabemos cómo eres. 

Espero que me perdones por no despedirte con bonitas palabras como te mereces. Lo peor es que tenía tantas cosas que decir, tenía ya tantas frases en mi cabeza para dedicarte con calma en una carta de despedida... pero ese día no estaban escritas y desde mi cabeza y mi corazón directamente como salen ahora, en ese momento no podían salir, no lo podía verbalizar sin dejar de llorar.

Podría haber hablado de cómo eras, de tu apariencia que muchos coincidíamos que para nada iba acorde a tu interior. Con ese semblante serio e incluso frío y distante demostrabas cariño a mucha gente. Sin necesidad de besos y abrazos todo el mundo sabía cuánto les querías. Ahí estabas siempre. Tú, que podías parecer la más frágil o necesitada por tu situación familiar, ayudabas a todo el podías.

Podría haber hablado de tu vida. Has luchado muchísimo tú sola siempre por tus niñas que eran pequeñas y cuando ya no lo eran tanto también. La vida te ha puesto varias piedras en el camino y te puso una prueba muy dura que superaste con esfuerzo. Quizá tanto dolor te puso una coraza de hierro para aguantar lo que viniera, para no derrumbarte cada vez que pensaras en él o vieras esas caritas inocentes mirándote sin entender el por qué. Quizá también ver el dolor de esa madre rota o esos hermanos que lloraban te dio fuerza para coger las riendas de una familia que sufría dejando a un lado siempre tus propios sufrimientos. Quizá todo eso explica tu apariencia inexpresiva, quizá sin ese escudo no podrías haber salido adelante pero en realidad había que rascar muy poco para descubrir lo que había debajo. Con tus escasas palabras cariñosas demostrabas con creces cuánto te importaban los tuyos porque ya dicen que las palabras se las lleva el viento y los actos son los que quedan y ahora quedan muchas cosas. 

Podría haber hablado de todas esas cosas que nos quedan de ti. Nos has dejado tantos recuerdos... Ya sé que es ley de vida, ya sé que has vivido muchísimos años y te hemos podido disfrutar mucho, ya sé que has disfrutado de hijas, nietos y bisnietos y has participado en todos los saraos que te decíamos, ya sé que tengo mucho que agradecer a la vida por tenerte con nosotros tanto tiempo. Lo sé y lo haré. Ahora duele, ahora mi yaya no está y todo lo demás sobra. Ahora justamente hay tantos momentos y tantos recuerdos que te vamos a echar mucho de menos porque en cada momento de nuestras vidas ahí estabas y tu ausencia ahora se va a notar a menudo. Pero sé que un día las lágrimas darán paso a las sonrisas en cada recuerdo, en cada imagen. Sé que un día la paz que ahora sientes llenará también mi alma y podré agradecer de corazón tanto que nos has dado.

Podría haber hablado de lo acompañada que te fuiste, de las despedidas que por ahí han pasado. Estos días tan difíciles hemos estado con mucha gente y no paraba de escuchar tantas cosas buenas, tantos momentos en los que tú estabas presente en sus vidas, tantos sacrificios que has hecho, que aún te he querido más si cabe. No era amor de nieta solamente, no era sólo un sentimiento o una percepción subjetiva, era una realidad. Has sido grande y sé que las que todos ellos te dedicaban no eran palabras que se dicen por decir cuando alguien nos deja, sé que eran palabras sinceras de todos los que allí estaban. Lo decían sus ojos, sus gestos, sus lágrimas, su dolor escondido detrás de una sonrisa al recordar. 

Podría haber hablado de tu discreción. Parecía que pasabas desapercibida, no quisiste nunca llamar la atención, parecía que eras un miembro más de una gran familia pero en realidad eras un pilar y un nexo de unión muy importante dentro de esa familia. Una familia que por sangre no era tuya pero en la que sé que has dejado un hueco tan grande como lo has dejado en mi corazón. Y por su puesto en la tuya también, tu sangre también llora tu pérdida. Aunque en la distancia en el día a día estabais unidos de corazón.

Gracias por estar, gracias por luchar, gracias por transmitir tanto sin pretenderlo sólo con tu ejemplo. Gracias por querernos, por cuidarnos, por mimarnos aunque fuera a tu manera más distante y desapercibida. Has sabido hacernos llegar tu amor, sentir que importábamos. Gracias por todo, gracias por tanto.

Donde quiera que estés, siempre estarás conmigo. 


Te quiero

momentos en mi rincón

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